<$BlogRSDUrl$>
Califícame en Bitácoras.net:

15 noviembre 2003

Era de tarde, las hojas del otoño ya daban paso a los flacos dedos muertos de los árboles. Las nubes se abalanzaban densas y trémulas sobre las sombras diáfanas que la media tarde producía en las calles.
Las baldozas se bambaleaban con cada paso que se daba sobre ellas y el agua acumulada debajo, salpicaba, ensuciaba, humedecía los pantalones.
El frío se metía en la naríz produciendo el dolor callado y punsante de la muerte.
Las manos, escondidas dentro del abrigo, encontraban el tabaco suelto de viejos cigarrillos rotos en pasados no remotos; jugaban con una pequeña moneda de diez centavos, que al tacto parecían una de un peso. Pero nada es tán fácil. Ni siquiera cruzar la calle de un barrio tranquilo cuando el sol se está yendo. Porque uno no sabe con lo que se puede encontrar.
Un auto sorpresivo a gran velocidad, una bicicleta de reparto de pan y facturas, un perro muerto de hambre, un vecino del lugar desconocido para uno, que sólo pasa por allí muy de vez en cuando, personajes de todo tipo, el amor de tu vida.

-Con cada paso que doy, mi corazón late más lento. - susurraba lentamente mientras caminaba. Y ahora pienso que también me alejaba más de ella.
Podría decirse que las necesidades de muchos anteceden a las de pocos. Y más aún si las necesidades de éstos, parecen ser mejores. ¡Pero qué mierda resulta ser eso cuando uno no quiere sufrir!
Creo que en esos momentos de tristeza uno debería agarrar una botella de vodka, un paquete de cigarrillos, una buena cantidad de dinero e irse a cojer una buena puta. Pero al día siguiente, cuando la bronca, la calentura y la reseca se van, el que se queda es el remordimiento y el dolor, esa bestia boraz que sólo se vá con la muerte. El hijo de puta se dá un festín con los débiles corazones, con las sobras que quedan luego de la carnicería perpetuada por el amor. ¿Por qué preocuparme por las necesidades de tantos y dejar de lado las mías?

Quisera volver a vivir y morir diez veces para así cometer los mismos errores y poder convertir buenos momentos en malos ya que la mierda de vida que me tocó vivir, ha hecho lo suyo sin que yo me involucre. Así que ¡Qúe mierda! ¡Si debo sufrir que sea bien merecido!
Al fin al cabo trato de hacer lo mejor posible y parece que nadie se dá cuenta.
Por eso ahora estoy pensando en matarme, ya que es innecesario continuar con una lucha que yo mismo he dado por terminada.
Me ganaron. Todos lo han hecho.
Los miro con sus vidas satisfechas y en lo único que pienso es en lo miserables que deben ser sus vidas. Lo basuras que deben ser en realidad. Pero muestran sus felices caretitas de superación, y el hecho de que personas más infelices, falsas, mentirosas, me hayan ganado, me dá mucho mas odio de lo que sería si me sintiera un perfecto mediocre.
Siempre se dice que uno, si pone su granito de arena, puede ayudar a cambiar al mundo. Pero no dicen nada si ni siquiera puedo encontrar un mísero e insignificante grano de arena. ¡A qué estúpido se le ocurrió esa frase! Seguramente a un insufrible que vivía en una playa, mirando el mar, en su casita de fin de semana. ¡Dios, en qué clase de resentido me hé convertido!
Seguramente en uno que perdió sus esperanzas. Que piensa que todo es en vano, que no es necesario pelear por alguien que no lo merece. Salvar a un mundo que no quiere ser salvado. Y cuando hablo de mundo también hablo de ella.

-Perdóname mi amor por decirte que eres una ciega, cobarde, poco creativa hija de puta madre. -digo cuando un perro enorme y negro me ladra a través de las rejas, que por mala suerte, me separan de él. Me gustaría saltar sobre esa reja y darle una buena patada en el culo, pero sé que soy un cobarde y el perro al parecer también, por eso me ladra mas fuerte. Piso una baldoza y me ensucio mis ya sucios blancos pantalones.
Por eso de a poco me voy acercando a mi casa, cárcel de mi soledad, cómplice de mis derrotas, guardia de mis secretos, tumba de mi vida.
Pienso en los sucesos que provocaron el desenlace del fin de mi existencia y aún no los comprendo. Supongo que debe ser el hecho de que soy un ángel Un ángel que gusta matar ilusiones y robar sueños. Pero debo de ser uno muy malo, no por que me hayan descubierto, sino por que me lo he hecho a mi mismo.
Y este último pensamiento me plantea una duda. ¿Podré matarme? ¿Podré olvidar el hecho que me enamoré de la humanidad? ¿Qué fué lo que me atrajo de ella? ¿Fué el hecho de querer arrebatarsela a Dios?
¿Fué el poder de poder hacer con ella lo que quisiera? No lo sé, pero el amor es sufrimiento, y yo sufro todos los días. Porque todos ellos, me encuentro con ella, en cada esquina, en cada casa, en cada calle que cruzo. ¿Podré acabar con este dolor? ¿Un ángel puede morir? ¿Por qué Dios me dió la oportunidad de ayudarlos si sabía que no podría? ¿Por que ella no se dá cuenta que él hace todo lo posible para hacerlo? Supongo que he fallado por eso quiero cortar mis imaginarias alas y dejar que la oscuridad se apodere de mi corazón.
La tarde se hizo noche y debo llegar a mi cuarto a buscar la mejor forma para alejarme de este mundo que no me escucha, que no me vé, que no me comprende.
Pero mientras estoy afilando el cuchillo que usaré para mis entrañas me surge una aterradora pregunta.
¿Y si todos fueramos ángeles?...Pero no, no puede ser, ¿cómo desgraciados hijos de puta que tanto odio y amo, podrían siquiera tener sentimientos parecidos a los que estoy teniendo ahora? Sería imposible.
Mejor termino ahora, tengo algo que hacer...Dios me está esperando.



This page is powered by Blogger. Isn't yours?